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martes, 30 de septiembre de 2014

LLÉVAME HACIA ALGUN LUGAR SIN NOMBRE



Todos un buen día nos levantamos monótonos en el día a día, con la rutina del vestirse y el café, dejándonos manejar por el hábito vital como compadre del respirar. 



Recorriendo los mismos caminitos con experiencia y cobrando la tranquilidad responsable de sentirlo tan fácil. Igual que un reloj antiguo de engranajes engrasados.


Para ser ya igual al reflejo, te dejas llevar y nunca esperas el tropiezo. 


El traspié despertador que hará ver tu inseguridad para bloquear el sistema de vida inquilino en la rueca de costura. Atrapada en un circuito perpetuo. 


Un hilo resabiado en su madeja, partido por la tensión, se suelta del mecanismo implorando tu gobierno sin saber qué hacer. A veces es un pinchazo camino al trabajo, otras veces un giro inesperado en la cantidad de ejercicios básicos que componen nuestra historia.


Un punto y aparte exigiendo un cambio de gramática, para no morir ahogado en las justificaciones tan nutritivas que nos sustentan definiendo el existir “apollardado”. 


En acto sorpresa, saliendo por la esquina del telón, se nos aparece una conciencia rebelde vestida de “easy rider”; eructando y maldiciendo al aire pues nuestra vida de mierda empieza a oler a charca de pantano. Eso si tienes suerte y tu conciencia no es tan cobarde como tú. 


Se acerca por tu nuca susurrando un soneto firme, diciéndote a puñaladas "...reacciona, empieza otra vez, encuéntrate a ti mismo de una vez y busca tu lugar..."


Esa es la señal. Solo los cojones psicológicos saben dar el salto. Atreverse a coger de las solapas al motero de nuestra conciencia y gritarle en su cara ¡Llévame hacia algún lugar sin nombre! 


Llévame a conocer los principios que nunca supe empezar, los sentimientos que siempre me quisieron esperar. 


Llévame a beberme ese amor puro que nunca llegué a gestar y por favor llévame a explotar mis pulsaciones de la vida que siempre estuvo en la nube que cada día caminando me harto de mirar. 




   



              ...Take me to a place without no name...

viernes, 26 de septiembre de 2014

LEY DE PROPIEDAD PENITENCIARIA.



Si estas entre los 25 a los 35 años, eres español y el techo que te cobija empieza a ser una prisión, bienvenido al club. Tienes la suerte de ser socio honorífico nada mas inscribirte. La inscripción es obligatoria.
Requisitos:


- Estar parado y no cobrar prestación social.




 







- Ser propietario de un inmueble con una hipoteca que sube por culpa de los intereses de carácter mafioso que tu banco te ofreció.



 









- Seguir vegetando en casa de tus padres sin posibilidad de un futuro hogar en un horizonte lejano.



 










- Vivir de alquiler y ver cómo te estrangula la renta, en auge mientras tu sueldo baja.



 











- Trabajar como una mula y no llegar a setecientos euros mensuales para costear casa y gastos.



 











Con cualquiera de estos tres requisitos ya estas dentro. De hecho, si posees más de uno de ellos se te obsequiará con una camiseta con la impresión que dice:


“España es así. Haber nacido en Noruega..."




Después de la explosión inmobiliaria que sufrimos a lo largo de diez años; años en los que la gente poseída por el síndrome Onassis solo querían buscarse un trabajo, con su desglose en B, e hipotecarse hasta las cejas con un kit completo de casa, coche y reforma. A pagar en 50 años y nada de ahorrar que eso son "mariconadas"...



Ahora, en un horizonte de edificios esqueléticos repartidos por toda la meseta, se hace un guiño exagerado a los barrios muertos de Chernóbil. Como si una fuga de estupidez radiactiva hubiese sido la responsable del abandono tan invisible sufrido por el ladrillo, en un intento loco de edificar cada metro cuadrado de este país. Con un slogan de lo mas ibérico clamando un "¡No hay Huevos!" en cada urbe, descampado o bosque achicharrado. Y con la excelente colaboración de la Gomorra con corbata que reina en los ayuntamientos más recónditos.



Ahora sí, el estado siempre declina responsabilidad al anterior capitán de flota e intenta justificar sus decisiones romanas para la solución de un problema latente. Que a día de hoy sigue sin resolución con millones de pisos e urbanizaciones vacías. 

Imposibles de vender. 

Los alquileres en constante subida, como la gasolina, pues es donde se ve negocio; y la constante "mano negra"  encargada de blindar los derechos de los arrendadores por encima de los ciudadanos, ahogados por un péndulo defectuoso que sube sus gastos y baja sus ingresos. Para imponer el conformismo de una batuta fabricada en Alemania que nos dirige por un camino del cual estamos más perdidos que el ministro de Andorra en las Naciones Unidas...


¿Cómo supuestamente se va a regularizar esta situación sin que a los ciudadanos nos parezca que se está intentando sacar negocio de la mala gestión urbanística? Y no lo parece, cuando ves miles de desahuciados sin un techo por la nula ayuda social o la mala gestión de viviendas de Protección Oficial, la cual deja mucho que desear. Si a esto se le añade el tsunami Okupa que sufre España

con la cantidad de irregularidades que ocurren en las viviendas, como los "enganchados" al agua, luz o gas de forma ilegal, se antoja muy cuestionable el ajusticiar ciudadanos que constantemente están bombardeados de noticias sobre la corrupción de nuestros políticos. Hartos de ver como fulano del P.S.O.E. o mengano del P.P. estafan a Hacienda y coleccionan chalets; o montan empresas fantasma para cobrar subvenciones que generan los impuestos del currito de turno. 





Con todo esto crudo y sin cortar lo único que te queda como miembro del club es buscarte trapicheos en negro, dejar de pagar tus impuestos y pegar una patada a la puerta de un piso vacío para pegarte la vida padre. Y esperar a que por obra del espíritu santo se solucione todo dejando el tiempo pasar. Mientras, las personas con integridad y con responsabilidad siguen emigrando en manadas o aguantando en sus trabajos precarios para alimentar el parásito de la solitaria que cobijan los leones del congreso.


En conclusión. Como hacer arder todo no es posible, y no será por ganas, la decisión vuelve a ser cosa nuestra. Intentar con todas nuestras fuerzas no entrar en el juego de la especulación, la ilegalidad, el chanchullo fácil y el bien propio sobre el común. 


La consecuencia más grave que tenemos hoy día es no saber diferenciar entre el negocio y la necesidad.


Eso sí, ni todos son fulleros que estafan ni muertos de hambre sin cobijo. Y desgranar esa paja, por mucho que queramos, nunca estará en nuestras manos.




martes, 2 de septiembre de 2014

EL POTRO PRECINTADO EN CELOFÁN




Ese nervio de sangre definido en todo diccionario para formar como prueba de vida del sentimiento, como engranaje de los logros y como primer culpable en superar a lo imposible. 

Es un guerrero antiguo, un titán, castigado por nuestra infamia a chupar banquillo en pleno siglo XXI, pues no llega a encajar en los cánones de la civilizada furcia que nos estipula; quedando lejos incluso de cualquier intento de rescate por una tendencia vintage... de pose greco romana o samurái, la Pasión está en la U.V.I. de la conciencia esperando impaciente a resucitar brevemente en las índoles mas superfluas del día a día. 


Y muy frustrada, espera desquitarse en momentos puntuales demostrándose a sí misma que no está muerta. Desatando todo su poder con un partido de futbol, una manualidad de garaje o una infidelidad, saliendo como titular para en breve volver al banquillo. Hoy en día es una Pasión triste y ociosa; muchas veces por la desidia nos confunde y hace salir a la locura en su lugar, pues bien sabe que no somos capaces de distinguirlas. Maldita pasión. 


Antaño pieza clave de los iconos mas desencadenantes en la historia, ya escrita, es inutilizada por pecar por ser todavía más civilizados, mas prefabricados. En un horizonte mustio sin su sombra nos hemos convertido en carnes ásperas de vísceras templadas y con actitud vencida; convencidos de la sumisión que nos da la vida a cambio del "tocomocho" de inseguridad que un día nos vendieron. 


A mí, siguen sin colármela. Pasión... en mi pecho sigues teniendo tu trono.