Suena a leyenda adulterada
por generaciones que gobierna nuestro entorno, pilotando tu haber sin nunca
saber si estas equivocado. Una ristra de mandamientos sin sentencia cumplida
por todos y destructiva en su existir, causante de los mejores y peores
sentimientos. Condenados a educar las relaciones con películas y canciones, sin
más posibilidades vestimos de mimos calcando los errores proyectados en
nuestros genes. Con la tozudez de repetirlos sabiendo el resultado.
Para mí está bien o
para ti está mal... quien lo sabe. Quien es dios o verdugo con la verdad y
conciencia suficiente para juzgar al que siente, cuando viven cientos de
verdades que aplastan el corazón. Un querer no va exento de dolor; son
compuestos del sentir acompañados por su gemelo cruel. Donde nace amor existe
desamor, donde se forjó la amistad siempre está cerca la enemistad... un
equilibrio amargo igual que necesario, difícil de soportar.
Sin receta del
antídoto asumimos las consecuencias, novatos en tratar todo el daño colateral. Cargados
de paciencia esperamos el mañana en que conseguiremos el saber universal.
Día a día resulta insuficiente
para superar un primer amor, para asumir la traición de un amigo o la pérdida
de un padre. Todo un doctorado del querer, avalado por la madre experiencia,
inútil en el final de tus días; tal graduación sin práctica resulta insípido.
A un corazón casi
extinguido, harto de haber preguntado sin nunca ser respondido, no le hacen falta
lecciones.
No somos máquinas
ni nos podemos programar, no hay un comando que borre ni un antivirus que
restablezca lo infectado; solo carne caliente y química en fluido que hacen
vivir. Obligando a brotar nuestros movimientos que viven descontrolados, que
atañen a los que quieres y desplazan a los que olvidas.
Solo la brújula
interna sabe si vas por buen camino, sin GPS ni baterías, graduada con la
experiencia de tus errores. Solo eso.
Queda encogida el
alma al cuestionar la pregunta que nunca podrá tener respuesta. Una duda
atormentada cuestionando el sentir que no es tuyo. Viviendo sin la certeza de
ser querido o ser engañado. Mirando a los ojos hasta atravesarlos intentando
encontrar la respuesta. En un cara a cara eterno cuestionando un sentir.
Comprobando un querer.