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viernes, 5 de junio de 2015

ANTOÑITO EL FANTÁSTICO.






Mi nombre es Antonio, y soy Extraterrestre. Debí de venir recién nacido, a lo  Superman en una cápsula, y llevo más de cuarenta años conviviendo con la raza humana. Ha sido conforme he ido creciendo cuando esta teoría ha cobrado peso.
De pequeño fui un niño pelele, tenía la educación de mis supuestos padres y fue una educación muy normal. Pase por todas las etapas a lo largo de mi crecimiento; marginado, autista, broncas, vándalo y perdido de la vida.
Eso me hace ver que intenté encajar en las circunstancias que, para mí, no eran de mi talla.
Más tarde solo conseguí dar tumbos donde emocionalmente caducaba. Conocí la amistad en su cara más amarga, el amor en su lado más oscuro...
Cada paso de alma que daba era un resbalón. Era una canción de bucle como una banda sonora desquiciante para musicalizar mi repertorio emocional.
Fue cuando comencé a separarme un paso atrás de los  humanos. A mirarlos con un recelo industrial. Los pocos hilos de confianza los fui cortando con los dientes tras desgranar toda posibilidad de entendimiento. De acercamiento.
Lo que para mí era atroz se veía algo normal para el resto. Gasté hasta la última posibilidad de entrar en ese juego, con el mismo resultado de aclimatar una trucha con los lagartos del desierto.
No comprendo esa forma de vivir, tan vacía e insulsa. Y el amor... una emoción creada para anular el poderoso deseo a base de fidelidad, con el castigo constante del sufrimiento egoísta. El trastorno de la aserción automática. La muerte en vida para demostrar al resto que no estamos solos y alguien nos quiere, por un miedo inculcado desde pequeños...
¿Y las relaciones con el resto de seres humanos? Son guiones de  seriales con sus pautas concretas para las risas y aplausos de "lata". Que tostón. La naturalidad y la franqueza eliminada de la ecuación, por favor...
Pues eso. Un berenjenal de cosas que encajan a toda la humanidad menos a mí. 

las  luces. Esas luces que empecé a divisar, las cuales ignoré hasta que mi cabeza no las pudo negar mas. Al principio, por el miedo de serie, interpretadas como enigma divino. Sin cómo ni por qué, esperando a estar solo para hacer aparición.
Con resultados de una sensación administrada por gotero que clarificaba la verdad, mi verdad. Unas visitas esporádicas que desmintieron el teatro que vivía, intensas, despertando exhausto y con la baba a juego. Increíble pero a su vez apasionante.
No soy humano, más claro agua. Cierto es que tengo su aspecto y muchas de las bases son similares pero con otro prisma ajeno a la raza humana. No entiendo ni comparto su filosofía, porque para mí carecen de su propia nomenclatura. Son vagos, inestables, peligrosos, cobardes, egoístas, simples y siempre preparados para avasallar lo que tienen delante sin remordimiento alguno.

Por eso, cada vez estoy más seguro de mi teoría. Estoy en otro prisma que no es el mismo donde cohabitan el resto del rebaño.
Desde que "ellos" empezaron a mandarme señales mi punto de vista por fin cambió, se afianzó por primera vez. Dejé de dudar y mi camino al pensamiento único fue instaurado para esperar el paso definitivo: La  Abducción. Si, la vuelta entre los míos.
Un viaje a lo desconocido donde conseguiré un sueño perseguido desde que existo. Para dejar de sentirme un bicho raro y estar integrado con mis semejantes. ¿Cómo serán físicamente? La espera me desespera. Será un torrente de conocimientos cuando conviva con ellos. Solo espero que no se demore en exceso; a mí me da que pronto vendrán...

-¡Oiga! Señor, despierte.
-Eh…
-¿Cómo se llama?
-Antonio.
-Hola Antonio, acaba de tener un ataque, no se levante.
-¿Un ataque?
-Sí, y ha sido muy heavy, pensaba que no era su primer ataque de  Epilepsia.
-¿Epilepsia? Pero no digas gilipolleces...

-Créame Antonio, tengo un hijo epiléptico y sé de lo que hablo. Debería ir a un especialista...

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