... SE PUEDE LEER, SE PUEDE PENSAR, SE PUEDE REÍR, SE PUEDE CRITICAR. ME LO QUITAN DE LAS MANOS...
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jueves, 21 de agosto de 2014
NO ME CHILLES QUE NO TE VEO
Y no me chilles que no te veo. Porque a veces es mejor hacerse el loco, y hacer caso omiso de la virtud más importante que tenemos, la comunicación.
Un arma mellada por su mal uso y escondida en el tobillo, preparada para atacar. Como raza dejamos en un segundo plano la causante de que bajáramos del árbol, para tratarla como el pito del sereno y obligada a la segunda o tercera opción como forma de entendimiento.
La involución de la palabra, maltratada por la incultura y violada por las tecnologías que extirpa sus vocales de lo vagos que nos hemos hecho.
Ahora sí, si no se acompaña una palabra con un sol sonriente eres un ser despreciable. Y punto, sin derecho a réplica. La conversación se ha perdido y puedes estar meses sin hablar con alguien; pero un buen día ese alguien te reclama y si no contestas en dos minutos vuelves a ser un ser despreciable... la comunicación moderna, divino tesoro.
Más triste es cuando se deja de hablar a un amigo, o callamos por no querer enfrentamientos. Cuando dejas de decir "te quiero" por falta de costumbre o por preguntar "que tal" si no queremos oírlo. Tristeza en mayúsculas cuando no dices nada y esperas a que te digan todo con la excusa de no saber leer entre líneas, de que nadie te entiende... o hablar y hablar una ristra de tonterías sin decir realmente nada.
En eso ha quedado la comunicación. Nunca deberíamos olvidar que no se habla con los ojos, los hechos o los silencios. Que estar al lado de alguien con quien no hablas es perder tu tiempo y el suyo. Que para hablar gilipolleces mejor es tener la boca cerrada. Y sobre todo, que dejar de comunicarnos como antes nos acerca un poco más a los chimpancés que vemos en el zoo, solo que estos por lo menos viven en comunidad y nosotros estamos condenados a acabar solos.
Entonces, ¿lo hablamos?
martes, 19 de agosto de 2014
CANCIÓN DEL INSOMNIO.
Apagas la luz y dejas caer la cabeza en la almohada, ahí es
cuando todo empieza. Tus parpados se cierran activando el cuestionario
vitalicio que desbanca el sueño y mantiene viva eternamente a la incertidumbre.
Y la rueda de preguntas se dispara acribillando tu
subconsciente... en su estela de metralla, resuena en eco todo el hormigón que
cimenta nuestras dudas culpables de nunca dejar avanzar, de dejar vivir.
Buscando una media naranja cuando nunca nacimos incompletos,
anhelando objetos y paredes ajenos a llenar nuestras expectativas y a cobijar
nuestras almas. Y pensar, ¿es lo que yo quiero? o ¿tengo que hacer esto?; para
repartir responsabilidades entre cabeza y corazón sin criterio, mientras
esquivas un ¿necesito realmente lo que tengo? o ¿por qué no soy capaz de tener
valor para... así es nuestra nana, la canción del insomnio.
Con los ritmos del sudor frío y la taquicardia, con el
control y la opinión gratuita de los que saben de todo y no predican con el
ejemplo. Nadie dijo que fuera fácil.
Y a veces es el caos el que educa, y hace florecer el sentir
de un camino que nosotros mismos nunca terminamos de empezar, o no queremos
ver, con telones de sueños imposibles para poder conciliar el sueño cada día.
Sera cuestión de quitar capas de piel y reconocernos, será momento de volver a
ver el yo.
miércoles, 13 de agosto de 2014
AVE RAJOY, LOS QUE VAN A MORIR...
Posee un fenómeno atmosférico caprichoso, capaz de encapotar
los cielos sobre ti y descargar toda la tormenta en segundos. Tiene ese olor
metálico a sangre fresca, al menos de corte superficial salvo ocasiones en las
que puede salpicarte coagulada. Tiene perfume a odio con trazos de envidia y un
fondo de armario teatral, digno del reparto de Hamlet, donde las máscaras
venecianas son el atrezo indispensable. Es un lugar... un lugar más crudo que
la arena del coliseo, gobernada por diablos con piel de caciques expertos en la
tortura y la humillación. Donde nadie perdona y todo vale. Donde los principios
morales y la integridad quedan incautados en las puertas.
No me estoy refiriendo a la frontera de Gaza y Cisjordania y
mucho menos al mismísimo Infierno de Dante.
Estoy hablando del trabajo.
Un lugar hoy en día en el que solo sobreviven los mejores
mercenarios y aquellos que carecen de papilas gustativas para comer culo sin
vomitar. Bendito trabajo, castigo de Dioses; secuestrados en las plantaciones
de algodón del futuro para nutrir con el tuétano de nuestros huesos el limbo
terrenal al que llamamos INEM, un lugar donde todos los vencidos en estado
comatoso esperan a morir o a tener revancha. Una revancha convertida en utopía
cuanto más de ellos crecen en número.
Trabajo, la secta social huérfana del padre del consumismo y
la madre del socialismo utilizado como arma arrojadiza en su propia batalla,
siendo causa perdida o proyecto de "hermano mayor". Una vez dentro
nunca sabes si hoy será tu último día, ese día donde tu cuello será rasgado por
la espada de Damocles, vendida al mejor postor empresarial con la bendición de
los dioses del Palacio de Congresos.
Ya no hay credo ni trofeo, ya no hay juicio de valor. Solo
un dedo a azar será verdugo para crecer la estadística de carne trémula. Solo
queda ser más que hoy y superar la criba del destierro. Y esperar el diluvio
que arrase sus cimientos, pues otra forma de trabajar siempre es y será
posible.
viernes, 1 de agosto de 2014
EL SÍNDROME DE LA VIEJA DEL VISILLO
Mira bien la paja del ojo ajeno porque donde fueres haz lo
que vieres y sin duda un hombre precavido vale por dos...
Nos falta llevar camisetas con el slogan "si me juzgas
me controlas, si me asustas me vences". En la reválida que periódicamente
nos examina estamos aprobando con truco, convencidos de ser aparentemente
liberales para no caducar moralmente. Para no sentir que el traje del progreso
nos queda grande; apoyando estatutos panfletarios que en la intimidad de la
casa no nos convencen.
Somos liberales y modernos de boquilla hasta que nos salpica
en casa. No hacemos mueca hasta que lo sufren nuestras propias carnes.
Humano en la calle y racista en casa, solidario en público y
egoísta en privado, democrático en sociedad y extremista en la alcoba, neutral
en el trabajo y machista en el salón... e incluso a veces inexplicablemente el
mismo caso pero a la inversa.
Por eso, porque no hay vergüenza de conciencia pero sí de
comunidad. A pesar de vivir cada vez más insociables nos duele demasiado su opinión.
Quemamos calorías montando funciones de falsedad en vez de dar la cara y
echarle huevos a lo que los ideales propios dan de comer a nuestros corazones.
Lo único que nos representa como marca España es la
ambigüedad, el tupido velo que muestra lo que no es. Y así no se puede acabar ningún
proyecto con unos cimientos dignos de no ser el resort vacacional de los
acaudalados, la broma del progreso o el burdel de Europa.
Menos quejarse en los bares y más coger el toro por los
cuernos que decorando nuestras autopistas no soluciona absolutamente nada.
Si tan aparente es ver el país tan fragmentado mas imbécil
es pensar que podría funcionar así, como si fuéramos el hermano tullido de los
Estados unidos. Ahora la moda es un "Podemos" pero para poder hay que
hacer, y el ser honesto con uno mismo es la línea de salida. Yo lo cambiaría
por un "¿Queremos?" y empiezo a regalar honestidad, ¿y tú?
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