Mira bien la paja del ojo ajeno porque donde fueres haz lo
que vieres y sin duda un hombre precavido vale por dos...
Nos falta llevar camisetas con el slogan "si me juzgas
me controlas, si me asustas me vences". En la reválida que periódicamente
nos examina estamos aprobando con truco, convencidos de ser aparentemente
liberales para no caducar moralmente. Para no sentir que el traje del progreso
nos queda grande; apoyando estatutos panfletarios que en la intimidad de la
casa no nos convencen.
Somos liberales y modernos de boquilla hasta que nos salpica
en casa. No hacemos mueca hasta que lo sufren nuestras propias carnes.
Humano en la calle y racista en casa, solidario en público y
egoísta en privado, democrático en sociedad y extremista en la alcoba, neutral
en el trabajo y machista en el salón... e incluso a veces inexplicablemente el
mismo caso pero a la inversa.
Por eso, porque no hay vergüenza de conciencia pero sí de
comunidad. A pesar de vivir cada vez más insociables nos duele demasiado su opinión.
Quemamos calorías montando funciones de falsedad en vez de dar la cara y
echarle huevos a lo que los ideales propios dan de comer a nuestros corazones.
Lo único que nos representa como marca España es la
ambigüedad, el tupido velo que muestra lo que no es. Y así no se puede acabar ningún
proyecto con unos cimientos dignos de no ser el resort vacacional de los
acaudalados, la broma del progreso o el burdel de Europa.
Menos quejarse en los bares y más coger el toro por los
cuernos que decorando nuestras autopistas no soluciona absolutamente nada.
Si tan aparente es ver el país tan fragmentado mas imbécil
es pensar que podría funcionar así, como si fuéramos el hermano tullido de los
Estados unidos. Ahora la moda es un "Podemos" pero para poder hay que
hacer, y el ser honesto con uno mismo es la línea de salida. Yo lo cambiaría
por un "¿Queremos?" y empiezo a regalar honestidad, ¿y tú?
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