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martes, 3 de diciembre de 2013

DE LA GENERACIÓN SIN JUBILACIÓN.




Si te digo que suspiras profundo sin saber por qué lo haces, sintiendo no estar al cien por cien, sin la verdad aprendida que aporta recurso, percibiendo la herida del falso aguijón.

Un diagnóstico a tratar con la herencia utópica adquirida hace imposible una medicación. Habituados a la pelea con mano atada,  desconociendo lo fácil que fue, caemos de rodillas al primer duelo exigiendo soberbios el nivel facilón.  Amarrados a aquel tratado idealista heredado sin  pensar que un buen día podría partir. Insostenible en su bastión.

Si este sentimiento te cataloga pernoctaras en el club del milenio, donde el sobrevivir y el por qué luchar tienen falta de asistencia.
Repleto de mutualistas nacidos de un brownie social, de ingredientes insípidos,  sin guerra o esquirla histórica que nos aporte toque sabroso. Sin la vivencia amargada que refuerce patrones vagan borrachos con su pena artificiosa saliendo al campo sin saber jugar, convencidos de no tener reeducación. Viendo al indignado en las plazas clamando una unión colectiva diluida con el paso del día. Germinando proyectos sin proyección, enamorados de la basura siendo su última estación.

Solo queda el buscar la nada en los bolsillos dando ultimátum para correr, luchar y tropezar lo que sea menester. Vencer el miedo de olvidar esa casa y ese coche y ese dinero que esculpe nuestra santa trinidad. Y buscar bien hondo en nuestro buzón obsequiando una meta y un sentir que ruborice a las ganas de vivir. Como el recortador y su valía saltando a la arena sin debilidad ni capote, temiendo errar y no vivir en su hacer, con la tranquilidad de no vencerse en cobardía. Llegando a lamentar el no ser, que te envenena desde la barrera. Que ceba la agonía.

Así se podría salir del cautiverio vigente eliminando tu participar en los estatus de generación, y aunque sólo y sin tutela se inicie un caminar será un recorrido de orgullo, sin holocaustos ni dictadores que faciliten madurar. Sin la hambruna y la revolución que ubica el pensar. Solo el ser como humano conseguirá llamar a la puerta de un nuevo proyectar. Sin fijarse en seguidores parásitos responsables de frenar la inercia sanguínea que romperá los esquemas que un buen día, la madre social, nos hizo tragar.

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