Sin diferencias entre un paleto y un bróker, en ocasiones se
enciende esa tecla sin intervención de discursos panfletarios. Quedando muy por
encima de lo que pudiera ser una manifestación de mano alzada y dando al
idealismo la mínima importancia.
Sin derechas o izquierdas minimizadas por el
ambiente florece una explosión de grises que destierran al blanco y al negro.
Enterrando los polos opuestos. Un punto común culpable de afectar a todos por el mismo sentimiento
desencadena un estímulo que convierte una sociedad desquebrajada en un
hormiguero de marabunta. Bien por un ataque, un golpe político o una
barrabasada de un dictador, sea el motivo que sea, se crea un hilo conectándonos
a todos por igual e incendiando los corazones. La forma más fácil de enfurecer
a las masas es hacer ver repetidamente como ya no están a salvo. REVOLUCIÓN.
…Sí señor, somos la
revolución y mi enemigo es el patrón...
Quien dice patrón abarca toda
figura descontrolada, borracha de poder y de ideas genocidas. De esos que se
reproducen como setas por todo el continente africano, y por el mero hecho de
estar en este continente ni se advierte su existencia ni parece que se quiera
advertir...
Si se liga la masa, entonces somos capaces de arrasar
cualquier atisbo de opresión que apriete los cuellos. Se marchitan los estatus
y las clases sociales para formar una manada de seres
humanos enfurecidos,
programados para asimilar lo que significa no tener nada que perder. Sin miedo
al fusil o a la trinchera, haciendo alarde al nomadismo innato que se tiene y
que tanto cuesta sacar.
Se impone la
guerrilla como estandarte amparando el derecho a la vida; cueste las bajas que
cueste. Estamos hartos de verlo en las noticias y también estamos hartos de ver
como acaba.
Aun así, germina el
instinto grabado en el genoma encargado de separar al hombre del esclavo. Es la
declaración de derechos por las malas, es en conclusión un terremoto de lucha que
nos enseña a ver cómo se puede conseguir un paso colectivo en la misma
dirección. Aunque te ensucies las manos, quebrantes tus principios o en
definitiva abandones por completo la definición
de vecino y entregues tu vida a
la causa.
El no haberlo sufrido
no es motivo de pensar que sea una idea rocambolesca. Una metedura de pata del
poderoso puede ser suficiente para activar un domingo sangriento; un simple
error humano puede acarrear una decisión equivocada, y sus consecuencias el
hundimiento de un país. Y dará igual lo que seas o como seas, solo importará
luchar y ser libre.
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