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jueves, 21 de mayo de 2015

AMNISTÍA ¿LIMPIA?





Más difícil, jeroglífico. Son vocales disfrazadas y consonantes burlonas. Brota en la lengua. Chasca el mecanismo neuronal, con hacer “trilero”, para girar la vista y esbozar algo que parece lo mismo.

Delatada por tus ojos, tus labios, tus gestos que imperan su autonomía con base de la anarquía que no pudiste someter a base de veteranía.


Y lo escupes como cadena de despiece, con su hedor fétido y sus connotaciones fulleras.

Ante el ataque acorrala tu intelecto, o con su lesión crónica, el miedo, sale disparada sin licencia de armas. Creando versiones expertas que podrían competir ante la “psicomotricidad” para abrir una lata de conservas.
En su origen es la palabra solitaria, sin cadenetas de justificaciones que enmohecen su talante. Corta, concisa... poderosa. Lista para una puesta en escenario única donde su interpretación debe ser real. Y después desvanecerse para ceder el suelo a los hechos que demuestran su existir.
Suele desfallecer y morir cuando se rodea de infinidad de palabras. Tiene el don de marcar recuerdos, de romper lazos o anudarlos de manera incorrupta. Pero se enfanga fácil y es muy difícil de limpiar cuando se resecan sus capas.
Siempre entrega esperanza cuando es sincera, valor cuando es creada sin filtro y debilidad cuando se dificulta su pronuncia... al crecer, suspendemos una y otra vez haciendo de ella el espíritu para septiembre.
Si la sientes te revuelve el estómago, se enuncia con suspiro y te quiebra las carcasas de seguridad que tanto usamos y tan poco ventilamos.
Tanta miga tiene, como pan de hogaza.
Solo hay que dejar al aire el músculo y recitarla sin aderezo, al natural."Perdón"...
Apropiando el verso de la gran Mala María por si solo habla su hip hop de poesía, rasgando verdad y alevosía:
 "mucho talante
  mu poco talento,
  pa hacerlo mejor
  fíjate si tienes intentos,
  ni con cuatrocientos quiebros
  a mi predícame con el ejemplo..."


Hecho.Perdón a la tiranía que el plomo de la vida, destilado en mis venas, una vez me sirvió de alimento. A las causas de victoria con sangre que siempre son derrota, a los envites de coraje. Perdón por las veces que añadí cicatrices a algún ventrículo.

Perdón por pedir perdón tarde, por no haber sabido querer como se merece y para los que alejé sin carta de oportunidad.
Y perdón por todas esas veces que la inconsciencia me hizo aprender con el combustible de vuestras pieles. Por no ayudar a llegar a mi nivel cuando la estricta crítica me obligaba a llegar al nivel siguiente.

Perdón a ti, si, que me estás leyendo y con la mirada no fue suficiente para materializar un "lo siento".
Por la indiferencia cuando no quise hacerme entender, por escoger caminos solitarios y mil veces perdón por la ira que ha costado décadas apagar sus cenizas.

Perdón por mis locuras, mis reflexiones venenosas, por el adiós afilado y el abrazo tránsfuga... en fin, PERDÓN por todos aquellas causas que me educaron a base de golpes contra la pared.

Que ahora son gaseosas sin fuerza de fechas caducadas.
Solo es el intento de no dejarlas camuflarse como las páginas pegadas de un álbum de fotos. Siguiendo vivas en la memoria, como motivo gigantesco de siempre hacer un paso más sin aquel mísero tropiezo. Para no olvidar nunca lo tarde que valoramos su importancia, lo delicada que es su figura, los hilos interminables de su consecuencia, su fuerza; y como no, su esencia indispensable a la hora de madurar.
Simplemente por eso, esta palabra es parte del crecer. Con las agallas de su onda expansiva, con el bálsamo de su rendición.
Que siempre viva en su justa valía y nazca del corazón, que siembre del error los comienzos en compañía, sin que sea la gratuita apelación ni el folleto de una asesoría, que vuelva para quedarse el reinado del Perdón...

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