Es tu viaje principal a tiempo de una vida quien avanza altruista
de mostrar, en vías de servicio, al aliado. Un sidecar de afinidad hecho
prolongación propia, preparado para despedir el estado en soledad por el
cofrade sincero. El compañero.
Apoyo moral de piel y
hueso docto en las artes de escudero, bufón y consejero. Eterno chofer de
aeropuerto y arquitecto de noches inmortales donde llegado el momento vestirá
disfraz de celestina, dando otro prisma a tomarse una cerveza. Cantando
confidencias a puerta de bar esgrimiendo un par de pitillos. Y aparece en la
agonía cuando todo está perdido, creando un contrato lacrado de palabra
destinado a forjar un cuadro de vivencias con el sobrenombre de amistad.
Drogodependiente de hazañas y sucesos conquistando
batallitas de sobremesa, amamantando fidelidad a golpe de lazos y confianza, partícipe
de tus memorias con la desventaja del perdón familiar o la ceguera de amor. Trepando
a categoría más seria cuanto más compartes, premiando al fiel que aúna ambos
caminos. Cada cual en el suyo y fraternos para coger la mano del que tropiece.
Y qué decir las veces que buscaras consuelo, ansiando el
apoyo y complementando tu fuerza. Descartado el abandono o la indiferencia se
imponer el sentir auténtico, definiendo el arte de la discreción. Grabando en
piedra el secreto de confesión hecho mandamiento. Con la telequinesia entrenada
entre ambos, acogiendo el valor al infinito compañero salvador de peores
momentos, ejecutor de locuras y mediador de cabreos infantiles. Eso es amigo,
el que no es juzgado sin saber lo ocurrido.
Es lección del camino hallar el pelo en la sopa, siendo
honesto y sincero, arrancando máscaras de Edipo que esconden rostro sincero. Es
perjurio de Sancho Panza quien abre los ojos, y el sabor amargo avocado a
secuestrar las arterias conductoras del sentir. Detonando el disparo de salida al
destapar la yaga en la espalda, boceto de traición consumida bajo el abrazo del
mezquino. Para que el puñal venga de frente, despertando el sentido común que
pilota el juicio y apostando por la figura del haber sincero, quien realmente
es tu compañero.
… Cuando en la ausencia se recubre el lazo afectivo.
Un refugio en la montaña, una mano en el abismo. Una razón
para añorar, un abrigo.
El pacto de sangre nunca
muerto por traición, ni evidenciado con un amor, una madre o un compromiso
mendigo. Detrás de todo esto, sin contratos de farsa o intereses vencidos se
esconde el camarada, el fuego de cobertura, el verdadero amigo…
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